martes, 16 de octubre de 2012

No perdí en Marruecos, salí ganando

 
Abro un pequeño parántesis hoy en la cronología del Blog para hablar de mis sensaciones después de retirarme de la Desert Run (más adelante os explicaré bien la experiencia en Marruecos porque la recomiendo cien por cien, a pesar de todo. Ha sido impresionante). Son sensaciones que tengo hoy en día, sensaciones que tuve el día en que me retiré, y sensaciones que espero ir teniendo más adelante...
 
Perder: No obtener lo que se disputa en un juego, una batalla, una oposición o un pleito.
Ganar: Obtener lo que se disputa en un juego, una batalla, una oposición o un pleito.
 
La diferencia entre ambas descripciones es tan simple como lo es un simple NO. La linea que separa ambas es finísima, y nada tienen que ver las sensaciones que te pueden comportar una y otra. La pregunta es: ¿realmente he 'perdido' por retirarme de la Desert Run? En su momento creí ciegamente que sí, pero hoy no siento lo mismo. De hecho, puedo decir que a día de hoy me siento más fuerte. Hoy ha sido el primer día que he vuelto a correr después de la experiencia de Marruecos, y me he sentido muy bien! Fuerte, segura, capaz de hacer cosas! He corrido por el desiero una etapa entera de 15km, he sufrido, me he esforzado, y no he podido acabarlo, es cierto, pero he estado allí, y estoy segura que esta experiencia me servirá. Esto lo pienso ahora, en frío.
 
Las decisiones nunca hay que tomarlas en caliente. Si me hubieran preguntado qué pensaba hacer después de retirarme el segundo día de carrera, mis respuestas hubieran sido tan dispares como lo eran mis pensamientos. Tan pronto mi reacción me llevaba a prepararme para el Maratón de Barcelona, en marzo (Cris, tranquila, porque si con ésto no has podido hay que analizar antes el por qué, y no meterse a lo loco en otro reto aún mayor), como pensar en dejar de correr (Cris, tranquila porque no llevas 2 años creciendo como corredora, paso a paso, para tirarlo ahora todo por la borda por una mala experiencia).
 
Después de hablarlo con Uri, del feedback que recibí a través del twitter, y a través de los propios corredores que aún estaban metidos en la carrera (como por ejemplo el mismísimo Martin Fiz, campeón mundial de Maratón y vencedor en esta prueba, que él me definió de "extrema" y me aseguró que había "sufrido más de lo que esperaba") realmente me sentí mejor. Había gente muchísimo mejor preparada que yo. Tal vez no era mi momento. Eso sí, necesitaba recuperar sensaciones, demostrarme que estoy en forma. Y encontré la manera ideal! Desde allí mismo, cuando el poco Wifi que había me lo permitió, me apunté al Medio Maratón del Mediterrani (hay versión cursa de 10km, de 21km y el Maratón) que se corre este mismo domingo en Gavà. Es genial poder volver a competir tan rápido! Realmente lo necesito, porque he entrenado fuerte, y puedo correr perfectamente esa distancia. Además la correré sola (con amigos de Uri pero que irán a su ritmo) por lo que también me irá bien para encontrarme a mi misma. La cabeza me ha jugado una mala pasada en Marruecos, y necesito provarme. Como os he dicho, me siento fuerte. Puedo hacerlo. Estoy con ganas!
 
Ganar: Mejorar, prosperar
 
Si urgas en el diccionario siempre encuentras alguna definición que se adecua perfectamente a lo que tu necesitas. Ahora, viéndolo desde la distancia, creo que no perdí en Marruecos, sinó que salí ganando. Estoy segura que, como dice la definición, mejoraré como corredora, y prosperaré, y cuando llegue a la siguiente meta, me acordaré de esta experiencia con una sonrisa.

miércoles, 10 de octubre de 2012

40 minutos: Mis primeras Mizuno

Pasado el verano, y tras ver que ya corría más asiduamente unos 15-20 minutos, me planteé seriamente comprarme unas bambas. ¡En qué momento entré yo en una tienda especializada en running!! Estoy enganchada! La familia está contenta porque siempre saben qué regalarnos para Navidad o cumpleaños, siempre hay un complemento que te falta. Mi primera tienda fue (y aún sigue siendo) ‘Jarrivu’. Allí Carlos toma buena cuenta de tu pie. Te enteras entonces que no te puedes comprar las bambas de tu número, sino que debe ser de un número, o incluso dos más! La razón es porqué el pie tiende a hincharse, y así no lo hacemos sufrir más. Descubres la importancia de la amortiguación, y palabras como ‘pronador’ o ‘supinador’, que se refiere a tu tipo de pisada: si apoyas hacia dentro o hacia fuera, o si apoyas bien, que se te considera ‘neutro’. A partir de ahí, escogido el número y el tipo de bamba que se adecue a tu tipo de pie, ya entra la estética. La verdad es que hay cosas muy horteras, o al menos así me parecían al principio (ahora cada vez me fijo en modelos más llamativos). Fui discreta en mi primera compra y escogí unas Mizuno azul cielo. “Póntelas y sal a correr por la calle, a ver cómo te sientes?” Perdón??? Que salga vestida normal, a correr por la calle? Jajaja, me hace gracia recordarlo porque Uri ya me había avisado que me haría correr. La verdad es que va muy bien para sentirte realmente las bambas, pero ciertamente te sientes rara. Ahora a veces que estoy en la tienda y veo la cara que ponen algunos cuando les hace salir a correr y me recuerdan a mi. Calle hacia arriba y hacia abajo, y las Mizuno fueron mías. Bueno, no sólo las bambas, ya aproveché y me compré malla, camiseta y calcetines, de momento, para no abusar demasiado.

Como os dije anteriormente nada que ver correr con el calzado adecuado. Sin duda es el complemento running más esencial, porque te ayuda a que tus piernas, sobretodo esas rodillas siempre tan delicadas, no sufran tanto. Tu pisada es más estable, y por lo tanto, tu cuerpo también lo es. El primer día que las probé, fui por el río y sentía que los pies me iban solos. Ya estaba preparada. Había llegado el momento de ir a la Carretera de les Aigües.

Era septiembre ya. Empezamos caminando (porque esa subida infernal de asfalto me veía totalmente incapaz de afrontarla), y iniciamos la carrera ya en el puente de madera. Qué largo se me hizo el recorrido! De hecho, aún hoy las Aigües se me hacen más duras, no sé porqué. Será porque voy menos que al río, o al parque, y a todo te acabas acostumbrando. Apenas llegamos al puente que cruza la carretera ya pedía a gritos volver. Y vaya si cuesta la vuelta! No lo parece cuando haces el camino de ida, pero a la vuelta la carretera tiene una ligera inclinación que se me hacía imposible. Pero aquel día, sin saber ni de dónde saqué las fuerzas (tal vez las bambas nuevas!) cumplí el objetivo e hice 40 minutos seguidos. Creo que fueron poco más de 6km, o tal vez llegué a los 7km, ahora eso la verdad es que no lo recuerdo. Cuando empezaba a correr mi objetivo era tiempo, y no tanto distancia. Ahora hay entrenos para todo.

El paso de los 20 minutos a los 40 había sido más rápido de lo que me esperaba, así que me sentí tan bien que decidí apuntarme a la primera cursa. De 10 km. Era en Cornellá.

Corría sin dorsal. No habíamos llegamos a tiempo de apuntarnos y sino no había ninguna otra cursa por esas fechas que me fuera bien. No lo he hecho mucho pero sí cuando he querido correr una carrera y me he quedado sin dorsal, aunque siempre me he sentido como un polizón… Esto de participar en carreras populares engancha y cada día son más multitudinarias, así que hay que estar alerta y ser rápido para no perder el dorsal (de hecho, toda la liturgia que envuelve la recogida de éste, me encanta! Ya sientes que estás en la carrera, y además los dorsales son un perfecto decorador de paredes! Aquí algunos de los míos)





Mi objetivo en aquella primera cursa era correr hasta que mi cuerpo aguantara. Y tengo que reconocer que prácticamente desde que empecé, ya me quería parar. Eso me ha pasado durante mucho tiempo, podría hablar incluso de todo un año. Cuando empezaba a correr, quería pararme de inmediato. La cabeza es muy puñetera, y tienes que esforzarte para no hacerle mucho caso. Yo he tenido que luchar con ella mucho tiempo hasta llegar a conseguir lo que me pasa hoy en día, que desde el momento en que salgo a correr, ya disfruto! No pienso en el todo lo que me queda por delante, sino que visualizo la llegada y me imagino lo bien que me sentiré cuando llegue. A mi eso me ayuda. No tanto la música, no suelo llevar ni ipod ni radio. Yo mientras corro le doy vueltas a la cabeza (la última vez que corrí me imaginé escribiendo este blog, y aquí estoy!)

Volviendo a mi primera cursa, conseguí superar esas ganas de pararme, y corrí como alma en pena. Mi cara debía ser un poema. Llegué tan desesperada al avituallamiento (el primero que vivía) que me abalancé como una loca sobre el voluntario que daba las aguas. Qué gran sensación esa de ver el puesto de avituallamiento a lo lejos. Es como un oasis. Y ese agua sienta tan bien… Pero ojo no te relajes, porque a la que ya has bebido y sales de tu letargo, vuelves a sentirte las piernas y te das cuenta que aún te queda la mitad por recorrer. La mitad!!! 5km!!! Por suerte el recorrido me regalaba una bajada y una parte final muy llana. Estaba muy bien porque el medio km final era en una pista de atletismo, nunca había corrido en una! Ya llegando a meta, recuerdo que me adelantó una mujer bastante mayor. Pensé en apretar y seguir su ritmo, Uri me miraba como diciendo “Cris, por dios, si podría ser tu abuela!”, pero el mensaje que mandaba de mi cerebro a mis piernas no llegaba. No podía incrementar ni en una milésima mi tranquilo ritmo. Yo a lo mío. A mi objetivo, que no era otro que acabar. Y acabé.

La llegada a meta fue genial. Llegué junto con Uri y escuché entre el público que gritaban mi nombre. Eran mis padres. Son los primeros que más se han alegrado (y preocupado) con que pueda correr, porque tienen muy presente mi asma. Así que el hecho de verles allí me llenó de alegría. Ese día me sentí deportista de verdad. Desde ese día, 4 de octubre del 2010, me considero runner. Había completado mi primera cursa de 10km. Fueron mis primeros 10.000, los primeros de una larga lista…

martes, 9 de octubre de 2012

17 minutos: Ya eres runner!!


Tras mi experiencia poco prometedora en mi primera incursión en el mundo del running decidí probarme poco a poco. Asumo que al principio no tenía voluntad, y que han sido muchas las mañanas que cuando me ha sonado el despertador he dicho “ya correré mañana”, y así hasta que veía claro que o seguía o el intento se iba a quedar simplemente en eso, un intento. Cuando salía, el reto era de minuto más por carrera. Sin prisa, pero si pausa, eso es importante. Iba al río caminando y subía la cuesta inicial a pie para luego empezar a correr ya sobre pista diez minutos, once, doce… Me ponía pequeños retos. Hasta el primer árbol. Hasta el puente. Ir y volver sin parar… La evolución era lenta, pero yo me sentía bien sólo por haber superado esos primeros siete minutos, y sobretodo por poder controlar mi asma durante cada vez mas tiempo. Cada vez notaba que mis pulmones se acostumbraban a ese ejercicio, aunque a veces el ataque me salía ya en casa, con una buena dosis de tos.

Llegó mayo del 2010. Final Four de París. Juega el Barça Regal, y gana. Campeón de la Euroliga (con una exhibición brutal, primero ante CSKA y luego ante Olympiacos). Yo viajé para cubrir el evento para Barça TV. Iba a estar 4 o 5 días fuera de casa, y pensé que no podía estar tanto tiempo si correr. Así que decidí llevarme un equipo para salir a trotar por París. Seguía con el mismo conjunto tipo aerobic, y con las típicas bambas Nike de suela extraplana que tanto sirven para el gym, para jugar un día a tenis o, como creía yo, para salir a correr (más adelante descubriría también que para correr en serio, imprescindible bambas especiales, los pies parece que van solos!).

El día de la gran final, el sábado 9 de mayo, salí puntual a las 8 de la mañana del hotel (allí no me dio vergüenza correr, total, nadie me conocía… sensación muy de cuando vas por la vida de ‘guiri’). Corrí hasta un parque cercano y di unas cuentas vueltas. Recuerdo esforzarme, y decir “Cris, una vuelta más”. Cuando llegué al hotel, paré el cronómetro: 17 minutos! Uau!! Era todo un récord. Nunca había corrido tanto. Llamé a Oriol para decirle que había corrido, y el tiempo que había hecho y me dijo emocionado: “Ya eres runner!” Ahora me parece hasta ridículo por el poquillo tiempo que hice, pero os aseguro que en su momento me sentí muy feliz, y muy fuerte! Sentí que era capaz de conseguir cosas. Había corrido por voluntad propia, en una ciudad que no era la mía, y ni más ni menos que 17 MINUTOS y ahora encaraba una larga jornada de trabajo que además acabó de la mejor manera posible! Os dejo un recuerdo de aquella experiencia parisina!

 


 







Ya en Barcelona mi evolución siguió su curso lento pero continuo. Llegó verano, y el objetivo fueron los 20 minutos. La zona no podía ser más plana: el paseo de Calafell-Comarruga. Os podéis creer que hasta las ligeras bajadas que hay en los paseos de playa me parecían cuestas interminables? Oriol cantó los “20” y me paré en seco. Cuando empezaba a correr no era capaz de superar ni por un segundo el objetivo marcado. Si corríamos 10, 10 y punto, si eran 15, 15 y ni uno más. Y con 20 ni te cuento! Cualquier segundo extra suponía un muro imposible de superar. Aquel día, al pararme en seco en el paseo, me vi incapaz de seguir ni siquiera caminando a casa. Necesité entrar en un bar y suplicar que me dieran agua (hay el problema que cuando corro no suelo llevar dinero, y esto de que te fíen donde no te conocen te hace pasar un poco de vergüenza… pero me fiaron y por la tarde me tomé un heladito allí!). Tras el agua me empecé a encontrar mejor. El calor me había pasado factura. Tenía los pies hinchados como nunca, también los dedos de las manos, y una descomposición interna preocupante. Mi cuerpo estaba reaccionando, me estaba hablando! Correr supone un nivel de actividad tan alto, que todo tu cuerpo reacciona. Hay que aprender a conocerlo, sobretodo para saber parar cuando las señales así te lo advierten. No por correr más se llega antes. Os lo aseguro.

Ya recuperado el aliento, caminando hacia casa:

“Has visto? He hecho 20 minutos!”
“Ya verás como llegarás a hacer 40”
“Imposible! Pero si eso es el doble!”

‘Nunca digas nunca’ dice el refrán…

lunes, 8 de octubre de 2012

Los inicios: 7 minutos

Esta semana que empieza (hoy es 8 de octubre del 2012), voy a vivir uno de los retos más grandes de mi vida. El miércoles viajaré a Marruecos junto a mi marido Oriol para correr la Desert Run, una carrera en tres etapas por el desierto para los amantes del Running que quieran vivir la experiencia de correr en este paraje tan espectacular (sin llegar al límite de Sables). Son 15km, 21km y 26km… Os aseguro que para mí es todo un reto, sobretodo si pienso de dónde vengo… Ahora que estoy a las puertas de conseguirlo (o al menos eso intentaré), me he planteado recordar cómo empecé a correr. Cómo he pasado de no poder correr por prescripción médica a afrontar cada vez retos más ambiciosos, y quién sabe, si a soñar con la gran prueba: el Maratón!


7 minutos: Mis inicios

Nunca he sido deportista. Ni de pequeña se me daba bien la gimnasia. Además tenía prohibido por el médico hacer ejercicio físico intenso, por mi problema de asma, que tuve desde bien pequeña. Tampoco me importaba mucho no tener que dar vueltas al patio, incluso lo agradecía! (de hecho la única asignatura que suspendí en el colegio fue educación física… eso de saltar el potro, subir la cuerda, el pino puente… vaya, que no iba yo para atleta). Mis aproximaciones al deporte fueron un poco de tenis de pequeña, la natación obligatoria en el colegio (hasta que conseguí el ansiado caballito negro!) y ya en la adolescencia las habituales cuotas de gimnasio que pagas durante meses aunque sólo consigues ir un día. Eso sí, este te genera una satisfacción inmediata tras haber seguido correctamente una clase de aerobic sin conocer bien la coreografía, una convicción falsa de “tengo que venir más”, y unas agujetas al día siguiente que te mueres… Así que lo mío con el deporte era una relación a distancia.

Mi marido, Oriol, siempre ha sido muy deportista (en los chicos creo que es algo innato, en la mayoría): fútbol, bici, correr… Lo veía levantarse bien pronto por la mañana para salir a correr cuando aún ni habían puesto las calles, mientras yo entraba en otro sueño matinal profundo. Él llegaba con una energía brutal, y yo empezaba un día que necesitaba todavía su proceso de ducha y desayuno urgente! Jamás pensé en acompañarle. Siempre pensaba “pero qué le ve a esto de correr?” “está loco levantarse tan pronto para irse a correr” “una hora corriendo? Yo en la vida…”

Llegó septiembre del 2009, y llegó la tradicional Cursa de la Mercè. Acompañé a Oriol y a su amigo Kiko a la carrera popular en calidad de fotógrafa. Mi reto era pillarlos entre la multitud en la salida y captar su cara (desencajada tal vez?) a la llegada. Aquello me impactó. Tanta gente corría? Vi gente joven, chicos y chicas, gente mas madura, incluso niños con sus padres… Gente de todas las edades, felices porque iban a sufrir para correr 10km! Había un buen rollo increíble. Era otra manera de empezar un domingo. Yo hice los deberes, busqué un buen sitio para hacer mi foto. Igual alguno de vosotros os encontráis en esta! El momento de la salida estaba a punto de producirse, y yo ya tenía localizados a mis dos chicos. 3,2, 1… Empieza la carrera!






De seguida me fui a la línea de meta para encontrar el mejor sitio para la foto final. Hasta que no llegaron ellos, iba viendo la cara de satisfacción-sufrimiento-alegria-adrelina-subidón-bajón con que llegaba la gente. Algunos llegaban cogidos de la mano, otro haciendo el signo de victoria, muchos se paraban en seco en la llegada y les tenían que advertir que avanzaran para no cortar el paso a los demás, pero las piernas a veces ni les tiraban. Para otros esto era un paseo (luego entendería que para muchos corredores de larga distancia, estas cursitas son perfectas para seguir sus rutinas de entreno). Y también Oriol y Kiko hacían su llegada, y yo no me perdía el momento tras el objetivo.

Aquella experiencia me hizo plantearme probar esto de correr. La cinta del gimnasio (mi gran enemiga, ni por mucho que mi fisio Mª José me dijera que calentara 5 minutos en la cinta, no era capaz de hacerlo!) fue donde di mis primeros pasos. Pero nada tiene que ver correr en la cinta que correr al aire libre. NADA. Así que recuerdo muy bien como fue mi primer día en el exterior.

Salía de casa con la intención de llegar a un parque cercano, dar una vuelta, y volver a casa corriendo. Fácil. Salí como si fuera a una clase de aerobic (la pasión por la ropa y complementos del running aún no había llegado) y con Mecano en el Ipod. Qué vergüenza me dio salir de casa así! Pensaba que todo el barrio me miraba, “pero donde va esa corriendo?”. En fin, cosas mías… Con ‘En tu fiesta me colé’ empecé a trotar. Y digo trotar porque así era mi paso, lento y seguro, hasta que empecé a notar como mis pulmones me avisaban que algo no estaba haciendo bien, “demasiado esfuerzo Cris, demasiado esfuerzo!” Apenas pude llegar al parque (tras dos canciones y media de Mecano y 7 minutos de ‘trote’) ahogada perdida y con ese sabor a sangre que me generaba un ataque de asma intenso. Di la vuelta al parque caminando, y de igual manera volví. Para cuando llegué a casa, más o menos me había recuperado. “Vale, lo has probado y está claro que esto no es para ti”. Visto objetivamente también puede parecer así. Pero no sé porqué, decidí que debía volver a intentarlo. Y otro día, volví a salir … Mañana os lo cuento!